Aprende de los Errores de Otros: Cómo los Malos Hábitos Financieros hundieron Mi Empresa Familiar

Hace cuatro años, mi empresa familiar, que llevaba décadas operando con seis sedes en Bogotá, Medellín, Santa Marta, Sincelejo, Barranquilla y Cúcuta, se derrumbó. La quiebra no fue repentina, sino el resultado de una serie de errores financieros que se fueron acumulando con el tiempo, hasta volverse insostenibles.

1. Un Estilo de Vida Insostenible

Desde que asumí la dirección de la empresa, mantuve un estilo de vida elevado. Viajes constantes, autos de lujo y cenas en los mejores restaurantes. Mis gastos personales crecían al mismo ritmo que los ingresos de la empresa, hasta que dejé de notar la diferencia entre mis finanzas personales y las de la compañía.

2. La Empresa Como Sostenedora de Toda la Familia

Mi empresa no solo mantenía a sus 54 empleados, sino también a toda mi familia: mis padres, mis hermanos y, por supuesto, mi esposa e hijos. Todos dependían económicamente del negocio. En lugar de ser un motor de crecimiento, la compañía se convirtió en un salvavidas financiero que cada vez soportaba más peso, hasta que se hundió.

3. Falta de Control Financiero

Nunca me preocupé por llevar un control estricto de las finanzas. No había presupuestos claros, no existían indicadores financieros que me alertaran sobre problemas de liquidez y las decisiones se tomaban con base en corazonadas, no en análisis concretos. Los gastos crecían descontroladamente, sin una estrategia de optimización de costos.

4. Expansión Sin Sostenibilidad

Abrí nuevas sedes sin un plan financiero sólido. Medellín, Santa Marta, Sincelejo, Barranquilla, Cúcuta… la empresa se expandía rápidamente, pero sin el capital suficiente para sostener el crecimiento. La falta de liquidez pronto se convirtió en deudas impagables.

5. La Caída

Cuando la crisis golpeó, ya era demasiado tarde. Los bancos cerraron las puertas, los proveedores dejaron de fiarnos y las cuentas por pagar superaban con creces los ingresos. Los empleados comenzaron a irse, las sedes empezaron a cerrar y, finalmente, me vi obligado a declarar la quiebra.

6. Pequeños Signos de Recuperación

Cuatro años después, la empresa está dando sus primeras señales de recuperación. La experiencia de la quiebra me obligó a replantear la manera en que gestiono el negocio y adoptar buenas prácticas financieras:

  1. Ser prudente y limitado con mis gastos personales y familiares para no generar una carga innecesaria a la empresa.
  2. Implementar controles financieros, incluyendo planes detallados antes de abrir nuevas sucursales.
  3. Mantener salarios equilibrados que se ajusten a la realidad financiera de la empresa.
  4. Contar con más personas operativas que directivas, asegurando una estructura organizacional eficiente.
  5. Gestionar el flujo de caja semanalmente con la guía de la gran mentora financiera Paola Páez de Biofinanzas.
  6. Tener un presupuesto financiero y hacerle seguimiento constante.
  7. Comprender que las deudas no deben ser para operar el negocio, sino para invertir y hacerlo crecer. Ahora solo tomo deudas con propósito y con un plan de retorno claro.

Si tú eres dueño de un negocio, aprende de mi historia. No dejes que los malos hábitos financieros destruyan lo que con tanto esfuerzo has construido.

¿Has pasado por una situación similar? Comparte tu experiencia en los comentarios.

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